En muchas ocasiones se adquieren obligaciones sin considerar que las circunstancias pueden variar con el paso del tiempo, y lo que hoy resulta un pago asequible, mañana puede no serlo.
Esto ha sucedido en muchos hogares españoles, que tras los años de bonanza económica se vieron en la imposibilidad de hacer frente a la variedad de créditos que habían solicitado, por haberse reducido notablemente sus ingresos o porque alguno de los miembros de la pareja hubiese perdido su puesto de trabajo.
Para solucionar este tipo de situaciones, surgieron empresas que prestan un servicio de reunificación de deudas, gracias al cual, es posible pagar una única cuota mensual muy inferior al total que se pagaba por todos los créditos.
Para ello, se suele solicitar una nueva hipoteca o ampliar la que se tenga, de manera que con ese dinero se cancelen el resto de obligaciones: la propia hipoteca inicial, préstamos personales, tarjetas de crédito, la financiación del coche…
Gracias a esta maniobra se logra reducir muy notablemente el pago mensual, ya que un crédito hipotecario tiene unos intereses más bajos, y, además, no hay que sumar el coste de varios pagos, sino que hay que hacer frente tan sólo a uno.
Esta es la cara amable de la reunificación de deudas. Pero lo cierto es que para que esa cuota resulte asumible, el nuevo crédito ha tenido que solicitarse a más largo plazo, lo que implica un pago acumulado final mayor en concepto de intereses. En otras palabras, aunque cada mes se pague menos, la cantidad total que se termina pagando es mayor.
Por eso, hay que valorar la reunificación de deudas como lo que realmente es, no una solución mágica que permite pagar menos por la misma deuda, sino, simplemente, una redistribución de los pagos que supone un desembolso total mayor a cambio de un cierto desahogo en el momento actual.
¿Es entonces una buena idea? Si la situación no te permite afrontar el total de las cuotas de ninguna de las maneras, es mejor que terminar en un listado de morosidad por impago. Pero si se trata únicamente de querer tener un mayor margen para gastar el dinero en otros asuntos, hay que pensárselo. Sacar números de lo que se paga con la modalidad actual y de lo que se acabaría pagando mediante una reunificación permite ver a las claras cuál es el coste total de esa “comodidad” y evaluar si verdaderamente merece la pena.