Bolas de golf biodegradables, sí. ¿Sabes cuántas bolas de golf se pierden cada año en el mundo?. Bolas lanzadas a lugares inaccesibles y que quedan olvidadas. Con ese olvido va también su deterioro.
Un material del que están hechas las pelotas de golf comunes que representan una amenaza para el medio ambiente cuando quedan enterradas en el fango, cuando se hunden en los bancales o en las pequeñas lagunas de los campos de golf. Las pelota de golf ordinarias están fabricadas con metales pesados que las convierten en agresivas con el medio ambiente.
Porque ésa es una amenaza real y porque cada vez somos más sensibles con el impacto que producimos al medio ambiente; un emprendedor español dio con la clave para conseguir jugar al golf y no dañar el planeta.
Albert Buscató es el emprendedor. El que creó Ecobioball, unas bolas de golf biodedragables a las que el paso del tiempo y la agresión del medio en el que caen, simplemente, las destruye.
Pero la genialidad de las bolas de golf biodegradables están en el núcleo, en el centro de la pelota. Allí donde en las ordinarias está la porción más contaminante, Albert Buscató decidió incorporarle comida para peces, sí, como lo lees. Las bolas de golf biodegradables no sólo no contaminan sino que añaden valor a la cadena alimentaria en su lugar de olvido.
La biodegradación de estas bolas de golf se inicia de forma natural apenas 24 horas después de ser abandonadas. Las bolas de golf biodegradables se autodestruyen en un plazo también corto que va desde las 48 horas a las 96 horas. Cuatro días como máximo.
Se sabe, porque hay estadísticas al respecto, que cada año se pierden unos 300 millones de bolas de golf en todo el mundo. En unos casos, en el mar, cuando son lanzadas desde los campos de minigolf por los usuarios de los cruceros. En otros casos, las bolas de golf desaparecen en los terrenos de resorts de lujo, muchos de ellos situados en zonas naturales protegidas.
Bolas de golf biodegradables, una idea que se comercializa ahora en todo el mundo.